DE ESPARZA PARA EL MUNDO: LA PARATLETA TENIMESISTA QUE DESAFÍA LOS LÍMITES

Anette Araya, originaria de Esparza, Puntarenas, es mucho más que una paratleta tenimesista: es un ejemplo de superación, constancia y pasión por el deporte. Con diez años de experiencia en el tenis de mesa, ha representado a Costa Rica en torneos internacionales, incluyendo el Mundial de España y sueña con llegar a los Juegos Paralímpicos. Esta es su historia: una vida atravesada por los desafíos de una discapacidad progresiva, pero también marcada por el amor al deporte y el orgullo de representar a su país y a las mujeres.

¿Quién es Anette Araya y cómo comenzó en este deporte?
Tengo diez años de estar practicando tenis de mesa. Todo empezó en el colegio, cuando colocaron una mesa y vi a algunos compañeros entrenando. Me acerqué por curiosidad, y ahí fue donde me enamoré completamente del deporte.


¿Qué ha pasado en esos diez años? ¿Cómo llegó hasta un Mundial?

Han pasado muchísimas cosas. Empecé en 2016 y, a finales de ese mismo año, ya estaba compitiendo. Mi primer Panamericano fue en Canadá. Desde ahí, comencé a participar en torneos internacionales, centroamericanos y, por dicha, logré llegar a un Mundial en España, que es lo más grande, aparte de los Juegos Olímpicos.

¿Cómo fue la experiencia de representar a Costa Rica, a las mujeres y a las mujeres paratletas en ese Mundial?
No me lo creía. Veía la noticia y pensaba: “¿En qué momento yo? ¿Una muchacha de Esparza va a un Mundial?” Fue una experiencia increíble. Ya había ido a muchos torneos, pero este era de otra magnitud. Estaban los mejores del mundo, a quienes solo había visto por redes sociales. Representar a Costa Rica fue un orgullo enorme, y ver a otras mujeres entre las mejores del mundo me llenó de inspiración.

¿Es un orgullo representar a las mujeres en este contexto?

Claro. Como mujeres, ya tenemos ciertos retos, y si a eso se le suma una discapacidad, es aún más difícil. Al principio me costó aceptarla, pero con el deporte fui aprendiendo a convivir con ella. El tenis de mesa me ha abierto puertas, me ha permitido conocer personas, viajar, y aceptar quién soy.

¿Podemos hablar un poco más sobre su discapacidad?

Sí. Se llama Charcot-Marie-Tooth; es una enfermedad de los nervios periféricos que afecta las extremidades. Uno va perdiendo fuerza con el tiempo, ya que es progresiva, pero el deporte me ha ayudado muchísimo a fortalecerme y a evitar que la enfermedad avance.
¿Cuál ha sido su mayor reto?

Seguir adelante todos los días. Entrenar y trabajar a la vez es complicado, pero no pienso dejar el deporte.

¿Qué le ha dejado el tenis de mesa?
Soy una persona más fuerte, tanto en la vida como a nivel general. He vivido momentos de mucha felicidad y
también de tristeza, porque no todo es ganar. Pero todos esos altibajos me han hecho crecer.

¿Hay un antes y un después de este camino deportivo?

Definitivamente. Uno nunca imagina lo que puede llegar a hacer con su vida. Jamás pensé que practicar un deporte
de forma profesional sería parte de mi historia.

¿Qué significa AETEME para usted?

Es una familia. Siempre me han apoyado en todo lo que necesito, tanto en lo deportivo como en lo personal.

¿Qué viene en el futuro?

Es complicado en Costa Rica por el tema económico, aunque el ICODER nos ha ayudado mucho. En agosto se viene el Panamericano mayor en Chile, así que toca prepararse muy bien para eso.

La Sociedad de Seguros de Vida apoya a AETEME.

¿Qué significa eso para usted?

Es una ayuda enorme. Agradezco profundamente a la Sociedad de Seguros de Vida por estar con nosotros, por reconocernos y visibilizarnos, especialmente a quienes venimos de lugares pequeños. Que nos tomen en cuenta significa muchísimo.

¿Quiénes la han inspirado?

Mis papás, sin duda. Y una atleta que admiro mucho es Adriana Díaz, de Puerto Rico. Aunque compite en la categoría convencional, ha sido una gran inspiración para mí.

¿Cómo se prepara para el próximo reto?

Con mucho fortalecimiento. Este es un deporte de reflejos y rapidez, así que tengo que entrenar bastante aquí en Esparza. A veces hacemos sesiones de tres horas, y otras hago personalizado con el profe. Además, los torneos en el extranjero ayudan mucho como fogueo, porque entrenar no es suficiente: hay que competir.

¿Un mensaje de esperanza para quienes nos leen?

Que sigan luchando. La vida no es color de rosa, pero si uno hace algo con amor —ya sea un deporte o una carrera—, se puede seguir adelante. Nunca hay que rendirse. Siempre hay esperanza.

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