Un legado de compromiso: Jorge Arturo Mora y la reconstrucción educativa
La historia de la escuela Carmen Lyra es un testimonio de cómo la colaboración puede revitalizar una institución educativa, dejando un impacto duradero en las futuras generaciones
En el año 2006, el centro educativo Carmen Lyra enfrentaba la amenaza de demolición. Sin embargo, gracias a la perseverancia y al apoyo de Jorge Arturo Mora, presidente de la Junta de Educación de la escuela, junto con su equipo, lograron todo lo contrario.
Mora compartió con Nuestra Gente detalles sobre cómo lograron este cambio y transformaron un espacio, que ahora es seguro para sus estudiantes.
¿Cómo consiguió el cambio de la escuela?
En aquel tiempo, la municipalidad y el Ministerio de Salud decidieron demoler la escuela. Se empezaron a mover los preparativos para realizar este proceso; incluso llegaron a preparar los planos. Para ese entonces, yo tenía una empresa de autobuses que servía esta área, pero, repentinamente, debido a una decisión radical del Consejo de Transporte Público, me retiraron la ruta.
Fue entonces cuando la directora de Carmen Lyra me contactó, pidiéndome ayuda en la Junta de Educación. Al inicio, estaba ocupado con otros proyectos, pero ella insistió en que me necesitaban personalmente. Acepté y vi de primera mano el deterioro del centro.
Nos pusimos manos a la obra y desarrollamos varios proyectos. Primero, instalamos una planta de tratamiento de aguas negras con bacterias. Luego, abordamos la seguridad del solar, que atraía actividades indeseables y la transformamos en un gimnasio (que ahora también sirve a la comunidad por las noches), esto gracias a colaboraciones con otras instituciones.
Y así fuimos, hoy en día es una de las mejores escuelas de Concepción. Todo se ha hecho a puro esfuerzo, con ayuda de donaciones y con algunos superávits que han quedado de la ley 6746.
Hemos tomado muchas acciones, desde reparar techos goteantes, servicios sanitarios… hasta establecer convenios para la salud dental de los niños con la Universidad de Costa Rica.
Nos enfrentamos al desafío de construir nuevas aulas, un proyecto valuado en aproximadamente ₡400 millones que logramos sacar adelante con solo ₡45 millones, gracias al trabajo duro de mi equipo y colaboradores.
¿Cómo nace la idea de salvar un lugar a punto de ser demolido?
Desde joven trabajé con la iglesia católica, donde aprendí el valor de la cooperación. A mis 68 años, ya jubilado, sigo comprometido con esa misión, luchando por nuestras instituciones.
Además de Carmen Lyra, he liderado la transformación del Liceo de Alajuelita y el Kínder de Concepción, ambos recuperados de situaciones adversas para convertirse en referentes en sus comunidades.
Todo esto gracias al esfuerzo, al trabajo en equipo y a la lucha tenaz en pro de los estudiantes, es por eso que impulso las ayudas comunales.
¿Qué mensaje le daría usted a otras juntas?
Primero, insto a las municipalidades a que vean quiénes son las personas que llevarán a cabo la misión. En nuestras instituciones, la Junta de Educación maneja los edificios sin interferir en la gestión diaria administrativa, que debe ser responsabilidad de la dirección. Aunado a esto, tenemos que planificar bien el presupuesto. Ejecutar con jerarquía. Coordinar con todas las áreas. Segundo, propongo a las juntas educativas unirse para aprender y compartir mejores prácticas.
Ya en algunas otras ocasiones he dicho: me voy… ¡pero no me dejan! Sin embargo, en algún momento debo hacerlo, por eso insto a la juventud a que se acerquen para que aprendan.
Ahora que menciona el irse, antes de hacerlo, ¿le hace falta algo por lograr?
Personalmente, me siento satisfecho (sonríe). He levantado tres instituciones que estaban al borde del colapso, ofreciendo comedores, gimnasios, casetillas de guardas, aulas y tecnología para las generaciones futuras. No llevamos a cabo nada lucrativo, ni bingos ni rifas, la cooperación que viene es por medio del patronato.
¡Estoy orgulloso con todo lo que he hecho con mi comunidad!
Básicamente usted ayuda pensando en el futuro del país.
Es mi meta. He ayudado, siempre pensando hacia adelante, y he entregado más de lo que le di mis hijos, pero hoy día tengo que darle gracias a Dios porque tengo cuatro hijos que son profesionales, graduados de esta escuela. La educación se puede llevar, pero hay que estudiarla.
5 Comentarios
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Shirley
Ojalá que sigan existiendo personas como don Jorge Arturo, en mundo que hoy se llena de individualismo…Una persona es feliz cuando da felicidad con su servicio a los demás..Dios le siga bendiciendo.
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Jonathan Acuña Solano
Mil gracias, don Jorge Arturo, por ser un modelo a seguir por quienes participen de las Juntas Educativas. Esperemos que gente joven con la entrega que Ud. demuestra se unan a ayudar a la educación costarricense que no debe de ser jamás dejada de lado o en un segundo plano.
AGUSTIN ABRAHAMS VARGAS
excelente ejemplo, ojala muchos lo siguieran, no se vaya todavia puede dar mas . estas pochoton.