Inculcar el hábito de la lectura puede tener beneficios duraderos en las competencias cognitivas y académicas de los infantes. Imagen con fines ilustrativos.

Fomentar la lectura desde la infancia es clave para el desarrollo cognitivo

La lectura influye positivamente en las personas, desempeñando un rol significativo en su desarrollo socioemocional. El impacto de un libro va más allá de su contenido y la intención del autor, ya que depende de la percepción y experiencia del lector. Su papel crucial radica en el desarrollo de competencias cognitivas y académicas.

Leer puede mejorar el léxico, la ortografía y el pensamiento crítico, así como agudizar la capacidad de análisis y síntesis. Por tanto, es esencial fomentar este hábito desde edades tempranas, cuando los infantes están en una etapa importante de desarrollo.

«La lectura se puede promover tanto en el entorno familiar como en el educativo. En edades escolares, podría ser más interactiva, y en las más avanzadas, permitir que cada persona elija lo que desea leer», afirmó la Dra. Alexandra Rojas Varela, psicóloga.

Además, esta es beneficiosa como una actividad de ocio. Puede ser una forma de distraerse, ampliar conocimientos y, en ocasiones, encontrar nuevas maneras de afrontar y resolver problemas personales, como la ansiedad y el estrés.

«Recomiendo lecturas que proporcionen una base cultural y de valores, así como aquellas que estimulen la imaginación. Lo principal es convertirla en un hábito y ajustar los tiempos a la edad correspondiente», añadió Rojas.

Fomentarla desde edades tempranas es esencial para el desarrollo integral. Ya que, no solo mejora las habilidades cognitivas y académicas, sino que también proporciona herramientas emocionales valiosas para afrontar la vida.

2 Comentarios

  • Jonathan Acuña Solano

    Aunque el texto destaca los beneficios cognitivos y emocionales de la lectura temprana, como el desarrollo del pensamiento crítico y la gestión del estrés, es importante mencionar otros aspectos clave que no se abordan. La lectura en la niñez también fomenta la empatía al permitir que los niños experimenten diferentes perspectivas, además de estimular la creatividad al exponerlos a mundos e ideas que expanden su imaginación. También desarrolla la concentración y la paciencia, habilidades esenciales en un mundo lleno de distracciones, y enriquece la flexibilidad lingüística, ayudando a los niños a comunicarse de manera más efectiva. Finalmente, crea un hábito de aprendizaje continuo que impulsa la curiosidad y el crecimiento personal a lo largo de la vida.

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