101 años: una vida entregada a la educación y la familia

La educadora Inés Morales, es un ejemplo de vocación por la educación y amor por la familia; con una sonrisa y actitud positiva ha impactado la vida de sus estudiantes y allegados. 

Inés Morales Albán, nació en Turrialba el 18 de julio de 1921. Hoy 101 años después, ella recuerda con gran cariño sus primeros años de infancia en este cantón cartaginés.  

“Crecí junto a papá, mamá y mis hermanos, era muy bonito Turrialba, era una época de mucho desarrollo económico, exportaban grandes cantidades de banano, café, era un lugar con mucha vida”, recuerda doña Inés. 

Sus padres decidieron enviarla a ella y a una de sus hermanas, a estudiar a San José, a la escuela Marcelino García Flamenco. Sin embargo, sus fines de semana y días libres, los pasó en Turrialba; pues para doña Inés uno de sus pilares fundamentales siempre ha sido el tiempo de calidad en familia. 

Su vocación por la educación proviene de su madre, quien también se dedicó a la enseñanza. Una vez que terminó sus estudios en la escuela primaria y secundaria, ingresó a la Escuela Normal de Heredia donde se graduó como educadora. 

La Escuela Normal, tuvo un importante rol y legado, dentro de la formación docente en Costa Rica; y esta educadora forma parte de esos grandes maestros que se prepararon en este centro de estudios y que contribuyeron a cimentar el florecer educativo costarricense. 

Doña Inés recuerda con cariño a quienes fueron sus mentores en la preparación como docente: “Todos eran muy buenos profesores, recuerdo que Paco Amighetti (reconocido pintor, grabador y escritor costarricense) fue mi profesor de pintura…pero mi materia preferida era la música; me encantaba cantar”, describe la docente. 

Una vez que se graduó como maestra, regresó a su querida tierra natal Turrialba; donde trabajó en la escuela John D. Rockefeller (actualmente escuela Jenaro Bonilla Aguilar). 

La vida de “la niña Inesita” como le decían sus alumnos de forma afectuosa, sin duda, siempre estuvo ligada a la educación; laborando en Turrialba contrajo matrimonio con un antiguo colega de la Escuela Normal, el educador Antonio Arce; con quien tuvo tres hijas. 

Como educadora tuvo que ver la necesidad que enfrentaban muchos de sus estudiantes, sin embargo, ella siempre tuvo una sonrisa cálida y apoyo incondicional para sus alumnos. “Lo que más me gustaba era enseñar a los niños pequeños a leer, poder enseñarles desde agarrar un lápiz, hasta que a final de año supieran leer; para mi esa era la satisfacción más grande”, expresa con una sonrisa. 

Por motivo del trabajo de su esposo, la docente y su familia viajan fuera del país y al regresar, labora nuevamente como maestra en la escuela John D. Rockefeller; pero en esta ocasión en el área de Preescolar.  

Posteriormente, trabajó en la escuela Unificada República del Perú Vitalia Madrigal Araya, en San José, donde se jubiló. 

Actualmente, doña Inés disfruta de su vejez rodeada del amor y compañía de sus hijos, nietos y bisnietos. 

Ella atribuye su bienestar a las excelentes relaciones familiares y cercanas que tiene “El secreto es estar rodeada de gente y de muchísimo cariño”, concluyó. 

Sin lugar a duda, el sello que caracteriza la personalidad de esta destacada educadora es su semblante amable y cálido. A sus 101 años; su mente es clara, positiva y siempre tiene una sonrisa para regalar. 

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