Es de suma importancia tener hábitos saludables día tras día. Imagen con fines ilustrativos.

Descubra la relevancia de promover estilos de vida saludables en las escuelas y colegios

Fomentar prácticas saludables con el objetivo de generar conciencia mutua sobre procesos cognitivos y emocionales, es un ejercicio muy importante para docentes y estudiantes.

Normalmente, cuando se piensa en salud, se hace referencia a lo físico: la alimentación y el ejercicio, que son aspectos importantes. Sin embargo, esta debe abordarse de manera integral.

«Entre estudiantes y profesores existen diversos entornos que influyen en el bienestar. Es crucial reconocer que, si los docentes se sienten bien, transmitirán la información de manera más efectiva, lo que hará que los alumnos sean más receptivos. Por lo tanto, es fundamental crear entornos saludables, abordando temas transversales como la comunicación asertiva, el impacto de las características individuales en lo social y la resolución de conflictos», explicó Melissa Céspedes, psicóloga.

Los centros de enseñanza desempeñan un papel esencial en la promoción de estos tópicos, ya que son fundamentales para prevenir problemas de salud y fomentar actitudes responsables que garanticen este derecho para todos los niños, según Unicef.

«El ejemplo es la mejor herramienta para promover hábitos saludables. Los estudiantes absorben las emociones y actitudes de sus profesores, por lo tanto, es crucial que estos mantengan una salud física y mental óptima», afirmó Camila Cordero, docente de educación física.

Aunado a esto, es clave replantear el concepto de calidad de vida. Según Céspedes, el éxito no debería medirse únicamente en términos de productividad, ya que esta perspectiva puede resultar poco saludable, sino en la importancia del autocuidado, en trabajar en entornos que promuevan el bienestar personal y, sobre todo, en la elaboración de una lista de actividades que generen satisfacción.

  • Alimentación saludable: familiarizarse con una dieta equilibrada y las prácticas de higiene alimentaria adecuadas.
  • Reconocimiento de hábitos nocivos: evitar conductas tóxicas, adicciones y situaciones de violencia.
  • Vida activa, deporte y juego: participar en actividades físicas adecuadas a las capacidades individuales y necesidades.
  • Higiene y prevención: comprender, internalizar y aplicar hábitos de higiene y prevención de enfermedades.
  • Gestión de riesgos: identificar productos tóxicos en el entorno, sus riesgos y las precauciones necesarias para su manejo, así como reconocer situaciones de peligro.
  • Equilibrio emocional: desarrollar la capacidad de reconocer y mantener un equilibrio emocional.
  • Relaciones sociales: disfrutar de interacciones sociales saludables basadas en el respeto propio y hacia los demás.

Fuente: Unicef.

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